La responsabilidad personal de la salud es uno de los pilares más importantes de nuestro sistema sanitario. Los grandes avances de la investigación médica nos permiten acceder a tratamientos costosos que están cubiertos por el sistema sanitario. La esperanza de vida de las personas aumenta.
A pesar de vivir en una sociedad avanzada, no somos cada vez más sanos. La prolongación de vida no va acompañada de una mejor calidad de vida. El sistema sanitario es cada vez más difícil de mantener. No podemos confiar únicamente en los políticos y en las compañías de seguros médicos para preservar o recuperar nuestra salud. La política sanitaria se sitúa siempre en el campo de la tensión entre la sociedad y el individuo. ¿Dónde está nuestra responsabilidad personal?
Un automovilista conduce por la autopista. De repente, un indicador luminoso se enciende en el salpicadero. Él desvía el coche de inmediato hacia el arcén. ¿Dónde está el error? ¿Qué hay que hacer para que el coche vuelva a funcionar correctamente? Es la correa trapezoidal del alternador. El conductor acude al taller más próximo donde se repara la avería.
Si prestaríamos la misma atención a nuestro cuerpo como lo hacemos con nuestro coche, nuestro bienestar sería mayor. El coche lo llevamos regularmente a revisión, ¿pero cómo cuidamos nuestro cuerpo y prevenimos las enfermedades? ¿Ir al médico, a revisión médica ó algo más?
Previsión para nuestra salud
Es fundamental darle prioridad a un estilo de vida saludable. Esto incluye una dieta sensata, suficiente ejercicio, un entorno saludable y una actitud adecuada. En gran medida depende de nosotros preparar el camino para que la salud llegue de forma natural. Esto requiere madurez.
Un estudio ha demostrado que alrededor del 37% de nuestra salud depende de nuestro estilo de vida. El 29% depende de la genética; por lo que el estilo de vida determina en gran medida si la genética realmente entra en juego o no. El 24% de nuestra salud depende del entorno y sólo el 10% se debe a la medicina curativa.
Nuestra salud es a la vez un regalo y una tarea. Debemos dejarnos guiar por los principios correctos porque la enfermedad es un esfuerzo de la naturaleza de liberar al cuerpo de condiciones que en su mayoría han surgido por la transgresión de las leyes de la salud.
Aprendizaje para toda la vida
Hay un dicho que dice que morimos dos veces. La primera vez es cuando dejamos de aprender. Este dicho es cierto sobre todo cuando se trata de nuestra salud, no escondamos la cabeza en la arena. Es nuestra tarea aprender cómo funciona nuestro cuerpo. Al estudiar fisiología, aprendemos realmente a comprender nuestro cuerpo y a entender por qué debemos hacer algunas cosas y dejar de hacer otras.
Nuestro cuerpo es una verdadera maravilla concebida por un gran Creador. Ese mismo Creador quiere que estemos sanos y seamos felices y nos muestra el camino para hacerlo en su Palabra, las Sagradas Escrituras.
El manual de instrucciones
Siempre que compramos un electrodoméstico o cualquier otro aparato, estudiamos el manual de instrucciones. Queremos aprovechar nuestra inversión el mayor tiempo posible. Y sin embargo, un aparato se queda obsoleto con relativa rapidez. Acaba en la basura, porque está anticuado o desgastado. Pero, ¿durante cuánto tiempo queremos aguantar con nuestro cuerpo? ¡75, 80, o hasta quizás 100 años! ¿En este caso no deberíamos estudiar y seguir un manual de instrucciones?
Los principios bíblicos son una base en la que podemos confiar. No van a ser derribados por modas y tendencias. Los principios más importantes son probablemente el libre albedrío y el amor. El libre albedrío me hace responsable, me da la libertad de decidir si quiero aceptar los consejos de Dios o no. La Biblia está llena de ellos. Leamos atentamente los proverbios llenos de sabiduría de Salomón.
La responsabilidad personal significa encontrar una respuesta adecuada a las preguntas de la vida, ajustar los propios impulsos, tomar medidas para consumir con sensatez. La presión social desencadena el consumo. Esto se manifiesta en el tabaco, el alcohol, la dieta y la moda. ¿Soy libre de defender mis propias decisiones y asumir las consecuencias?
Por encima de todo, el Amor
Pero vivir de forma saludable no es suficiente. El ejercicio físico por sí solo no me mantendrá sano. Debemos dejar que el amor de Dios esté presente en cada área de nuestra vida. El amor de Dios y el amor a los que nos rodean nos mantienen sanos y nos sanan. Seguro que lo has experimentado por ti mismo. Si te gusta alguien, si tienes a alguien especial en tu corazón, tu vida es diferente. Afrontas los problemas de una manera completamente diferente. Si contemplamos la belleza y el amor a nuestro alrededor, esto estimula nuestras hormonas. Se liberan endorfinas, las hormonas de la felicidad. Esto hace que la vida sea más saludable.
Siempre hay alguien que me ama: Dios y Jesucristo, su Hijo, que me amó tanto que dio su vida por mí. Experimentarlo me ayudará a amar a mi prójimo y mi vida sea más alegre y agradable. Esto tiene un efecto positivo en la salud.
Comprender la importancia de la salud a través de la enfermedad
Podemos poner de nuestra parte para mantener nuestra salud o recuperarla, con mucha paciencia, si la hemos perdido. Sin duda, no fue la intención de nuestro Creador perjudicar nuestro cuerpo que preparó tan maravillosamente (Salmo 139:14). La causa de la enfermedad y las dificultades suelen ser resultados de la desobediencia del ser humano a las leyes de Dios. De Hipócrates viene el dicho: “Las enfermedades no nos llegan de la nada. Se desarrollan a partir de pequeños pecados diarios contra la naturaleza. Cuando se hayan acumulado suficientes pecados, las enfermedades aparecerán de repente.”
Las enfermedades también se desencadenan por una mala conducta mental. El egoísmo, la culpa, el miedo y el exigirse demasiado a uno mismo, pueden hacer que las personas enfermen tanto física como mentalmente. Para ello conocemos el término «psicosomático». En este caso también es importante mi responsabilidad personal. ¿Voy a torturarme con pensamientos negativos o buscaré la ayuda de Dios y la de mis seres queridos? La decisión me pertenece. Otra reflexión sobre la responsabilidad es que la enfermedad no solamente afecta al enfermo. Su entorno siempre sufre. Por esta razón, el dicho «¡Puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo!», en realidad es un error. Si no estoy bien mis seres queridos sufren conmigo. Soy responsable delante de ellos, hay responsabilidad en el amor.
El objetivo de la enfermedad
¿Existe algún propósito en la enfermedad? Si lo hay normalmente no lo vemos de inmediato y no queremos explorar este tema aquí. Pero podemos hacer algo después de cada recuperación, volver a fijar una dirección, poner en práctica nuestros buenos propósitos, gestionar bien los recursos, que que suelen ser limitados, y sobre todo estar agradecido por haber recuperado la salud.
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