Ya sabes cómo va la vida. Siempre hay algo que interrumpe tus planes y ocurre el día en que menos puedes permitirte encontrarte con un factor estresante. Puede que estés de camino al trabajo porque tienes que repasar un proyecto con tu jefe antes de que llegue el cliente para una cita programada. Pero cuando te das cuenta, estás atrapado en un atasco. No hay manera de evitarlo y no puedes dar marcha atrás. Estás atrapado. Cuando esto ocurre, tu cuerpo reacciona e inunda tu sistema de hormonas del estrés. Y los síntomas que manifestará tu cuerpo pueden ser múltiples.
La reacción de tu cuerpo se basa en la respuesta de lucha o huida y está pensada para ayudarte. Sin embargo, cuando la situación no es de vida o muerte, esta respuesta no es necesaria.
Cuando se trata de una circunstancia ocasional donde se obtiene una inundación o las hormonas del estrés, no es un gran problema. Pero cuando usted no sabe la correcta técnicas de afrontamiento para el estrés, su cuerpo está constantemente recibiendo esta inundación de hormonas, y este ciclo constante de tener una respuesta de estrés dentro del cuerpo causa estragos en su salud física.
Con el tiempo, el uso excesivo de la hormona del estrés empieza a afectar el sistema inmunitario. Una parte del ejército inmunitario se conoce como células asesinas naturales. Están diseñadas para luchar contra enfermedades graves como el cáncer, pero también para combatir enfermedades bacterianas o víricas.
Trabajan para proteger tu cuerpo. El estrés debilita la capacidad de estas células para funcionar como se supone que deben hacerlo, dejándote con poca protección, por lo que te contagias constantemente de lo que sea.
No sólo te enfrentarás más a menudo a enfermedades si no consigues acabar con tu adicción al estrés. Tendrás más riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con el estrés, como la diabetes. Cuando te estresas, aumenta tu nivel de glucosa, aunque no padezcas la enfermedad.
El estrés puede aumentar las probabilidades de sufrir un infarto porque, cuando estás estresado, te sube la tensión arterial. Se supone que la avalancha de hormonas del estrés que recibes estrecha temporalmente los vasos sanguíneos. Pero cuando se padece estrés crónico, estos vasos sanguíneos pueden estrecharse constantemente, lo que restringe el flujo de sangre y oxígeno al corazón. Además, la respuesta al estrés aumenta el factor de coagulación, lo que facilita la formación de placas arterioscleróticas. Esto puede provocar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular.
Cuando estás estresado, también puede afectar a tu salud digestiva. Puedes tener náuseas, calambres estomacales y sufrir diarrea o estreñimiento. También puedes sufrir ardor de estómago.
Las personas adictas al estrés pueden desarrollar problemas reproductivos. Las mujeres pueden saltarse un ciclo mensual o notar que sus periodos duran más, mientras que los hombres pueden experimentar niveles más bajos de testosterona, lo que está relacionado con la impotencia.
Preocupaciones mentales
Pero no sólo tu salud física mostrará los signos del estrés. También puedes tener problemas de salud mental. Para muchas personas, la exposición prolongada al estrés puede causar depresión.
Esto sucede porque las hormonas del estrés persisten, y no consigues ese descanso de ellas que normalmente se supone que debes conseguir. Es habitual que el estrés repercuta en tus emociones y, cuando recibes constantemente esa avalancha de hormonas del estrés, afloran sentimientos negativos como la pena, que pueden conducir a la depresión.
La ansiedad es otra consecuencia de no hacer frente a un estrés crónico. No es necesario padecer un trastorno de ansiedad para desarrollar ansiedad. Es algo que ocurre como consecuencia de cualquier estrés que tengas en tu vida.
La ansiedad puede manifestarse con síntomas tanto físicos como emocionales. Cuando tiene que ver con tu salud mental, la ansiedad que experimentas suele manifestarse a través de una sensación de miedo.
Puedes sentirte nervioso en momentos aleatorios o de forma constante. A veces, la ansiedad puede manifestarse como una sensación de que algo no va bien. Te sientes receloso. Esta reacción mental puede producirse cuando estás a punto de enfrentarte a una situación determinada o cuando piensas en esa situación.
También puede ocurrir porque temes los resultados de una situación.
Cuando el estrés es lo que está detrás de tu ansiedad, entonces lo que estás experimentando persiste y no desaparece sin más. No afrontar el estrés también puede provocar ataques de pánico.
Un ataque de pánico es lo que ocurre cuando se tiene una sensación de miedo agobiante o se experimenta una profunda ansiedad. Muchas personas que padecen estrés y desarrollan ataques de pánico los tienen por algo del pasado que no han afrontado, o por algo que temen que pueda ocurrir en el futuro.
Un ataque de pánico es una sensación de fatalidad inminente, aunque no esté ocurriendo nada malo en ese momento o no corra ningún peligro. Cuando un ataque de pánico altera su rutina diaria y tiene dificultades para seguir adelante, se trata de un episodio grave y puede necesitar tratamiento profesional.
Un ataque de pánico es una sensación de fatalidad inminente, aunque no esté ocurriendo nada malo en ese momento o no corra ningún peligro. Cuando un ataque de pánico altera su rutina diaria y tiene dificultades para seguir adelante, se trata de un episodio grave y puede necesitar tratamiento profesional.
El estrés puede manifestarse de muchas formas distintas. Si experimentas uno de esos síntomas de estrés en tu vida, es hora de actuar y desarrollar mejores habilidades de afrontamiento para tener tu estrés controlado. Porque el estrés crónico descontrolado puede causar estragos en tu vida de muchas maneras diferentes.
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